martes, 15 de septiembre de 2015

FILOSOFÍA EGIPCIA

La Llave del Nilo o Cruz de la Vida, 
La desaparición del Imperio faraónico enterró en las arenas del desierto el secreto de la Ciencia Sagrada de los sacerdotes de Egipto. La palabra jeroglífica Neter es traducida por los egiptólogos como Dios por lo que  para el hombre moderno la ciencia faraónica escrita en los templos se circunscribe en el marco de una incomprensible religión politeísta repleta de una ingenua superstición. A veces tengo la sensación de que algunos ven al pueblo y la cultura egipcia como seres primitivos que adoraban extrañas estatuas humanas con cabeza de animal. Sin embargo, si se estudia con amplitud de miras y se comprende no con el intelecto únicamente, sino con la inteligencia emocional, es decir con el corazón, la filosofía egipcia aparece como una verdadera ciencia sagrada que requiere un estudo en profundidad. No en vano los antiguos habitantes de Kemeth, ubicaban la inteligencia en el corazón. Si contemplamos e interpretamos bajo un nuevo prisma los pensamientos y las creencias expresadas en las antiguas escrituras egipcias, constataremos que tenían un sofisticado entendimiento de las leyes que gobiernan al hombre y su universo.  El concepto Neter tal como describo en la novela y como defienden hoy en día algunos egiptólogos, encaja a la perfección con el concepto de  “función  cósmica”, es decir, la función que se manifiesta en un cosmos vivo de diferentes maneras. Así la religión de Egipto se nos presentaría como una auténtica Ciencia Sagrada, cuyo  objeto y finalidad es la encarnación del Espíritu Cósmico en el hombre y en la materia, su receptáculo.
La filosofía egipcia tiene como premisa principal : uno es todo, y todo es uno. Con palabras de Paracelso:
“El cielo es el hombre, y el hombre el cielo, y todos los hombres juntos son el cielo, y el cielo no es más que un hombre.”
Para ellos no existía una diferencia perceptible entre lo sagrado y lo mundano; Todo acto era ejecutado con ponderación, conscientemente, centrando la atención en el propio acto, convirtiéndolo en divino. Toda acción era considerada cómo símbolo terrestre para una actividad divina, tanto si se trataba de arar, cocer, construir o dirigir guerras.  
Bajo esta premisa, entendieron que el hombre es un modelo del universo, y si éste se conoce a sí mismo perfectamente, podrá conocer el universo. Entendieron que todas las ciencias formaban un gran esquema.; todas las especialidades, astronomía, medicina, matemáticas, arte, etc.  formaban un único bloque multidisciplinar cuyas especialidades no podían tratarse por separado. Justo lo contrario de lo que ocurre en nuestra sociedad, por eso resulta difícil comprender este concepto, a pesar de ser simple.
Este profundo entendimiento de las leyes del universo se manifestó en una sola unidad donde el arte, la ciencia y la religión estaban entrelazadas.   
Los antiguos egipcios veían al universo como un acto consciente de creación de un gran Dios que no fue representado, si en cambio lo fueron sus funciones o atributos con la palabra Neter.
Basándose en que el hombre estaba hecho a imagen de Dios, por consiguiente, el hombre representaba la imagen de toda la creación.
Las ideas cosmológicas del Antiguo Egipto se expresaron a través de mitos y símbolos, medios superiores para expresar conceptos metafísicos. Mediante el mito se comunica el conocimiento, dramatizando las leyes cósmicas, principios y funciones, expresándolas de manera fácil de comprender. El mito, no tiene valor histórico. Cuando el significado interno del mito se revela, entonces se convierten en conocimiento científico y filosófico, como decía Jung. Cuanto más se estudian y se comprenden, más riqueza e información nos proporcionan.   
Por otro lado, los símbolos son medios poderosos de representación, evocan entendimiento. Los antiguos egipcios escogieron sus símbolos del mundo natural para expresar un principio específico. Por ejemplo, la escena de siembra y cosecha que hemos visto representada en algunas tumbas, se interpretaría como un mensaje espiritual parecido al mensaje bíblico de “Lo que el hombre siembre, eso cosechará”. El Egipto faraónico es esencialmente práctico. Se dirige a la Naturaleza, sin violentarla, y actúa con los medios naturales en los que ve los símbolos de estados espirituales, cognoscibles solamente de forma intuitiva por medio de la inteligencia del corazón. 
ARTS HERMÉTICA
Hermes Trismegistro es el legendario sacerdote, representante del saber de los Templos de Egipto, las casas de la vida o Escuelas de misterios y templos funerarios, en el máximo esplendor de la teocracia faraónica. La Alquimia es la Ciencia de Hermes y es también el Arte Hermético que permite la encarnación del Espíritu, el Oro filosófico, en la materia y en el hombre.   Como arte, la alquimia sólo puede expresarse por medio de la imagen simbólica o de su descripción ya que se dirige a una consciencia no lógica sino intuitiva: la inteligencia del Corazón.                       
COMO ES ARRIBA ES ABAJO. MACROCOSMOS I MICROCOSMOS
El hombre antiguo se sentía en el mismo centro del Cosmos. La Tierra era principio pasivo y receptor, el Cielo estrellado principio activo y fecundador, que enviaba su luz y radiación a aquélla, a lo largo de los ciclos temporales, permitiendo la vida a través del cambio de estaciones. En primavera, gracias al Sol, la Luna y las estrellas, la naturaleza muestra un impulso renovado de vida, la fuerza; en verano, el fruto maduro por el calor cae en la tierra, que lo recibe en su seno; los vientos y las lluvias otoñales permiten el desarrollo de la semilla; y en el silencio del invierno tendrá lugar el nuevo nacimiento. Este proceso se sigue bajo la atenta mirada de los doce animales que forman el Zodiaco, el camino que recorre el astro solar anualmente. El espíritu Celeste permite le cielo anual de la vida, y el hombre contempla este milagro lleno de veneración, desde el centro mismo del Universo, bajo la bóveda celeste.